Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

II Reyes 6, 13-30

13 El dijo: «Id y ved dónde está y enviaré a prenderlo.» Se le avisó
diciendo: «Está en Dotán.»

14 Y mandó allí caballos, carros y un fuerte destacamento, que
llegaron por la noche y cercaron la ciudad.

15 Al día siguiente se levantó el criado del hombre de Dios para salir,
pero el destacamento rodeaba la ciudad, con caballos y carros, y su criado
le dijo: «¡Ay, mi señor!, ¿qué vamos a hacer?»

16 El respondió: «No temas, que hay más con nosotros que con ellos.»
17 Oró Eliseo y dijo: «Yahveh, abre sus ojos para que vea.» Abrió
Yahveh los ojos del criado y vio que la montaña estaba llena de caballos y

carros de fuego en torno a Eliseo.

18 Bajaron hacia él los arameos y entonces Eliseo suplicó a Yahveh
diciendo: «Deslumbra a esas gentes.» Y las deslumbró según la palabra de
Eliseo.

19 Eliseo les dijo: «No es éste el camino y no es ésta la ciudad. Venid
detrás de mí y os llevaré donde el hombre que buscáis.» Y los
llevó a
Samaría.


20 Cuando entraron en Samaría, Eliseo dijo: «Yahveh, abre sus ojos
para que vean.» Abrió Yahveh sus ojos y vieron que estaban dentro
de
Samaría.

21 Cuando el rey de Israel los vio dijo a Eliseo: «¿Los mato, padre
mío?»

22 El respondió: «No los mates. ¿Acaso a los que haces cautivos con
tu espada y con tu arco los matas? Pon ante ellos pan y agua para
que
coman y beban y se vuelvan a su señor.»

23 Les sirvió un gran banquete, comieron, bebieron y los despidió, y
se fueron a su señor, y las bandas de Aram no volvieron a entrar en la tierra
de Israel.

24 Sucedió después de esto que Ben Hadad, rey de Aram, reunió todas
sus tropas y subió y puso sitio a Samaría.

25 Hubo gran hambre en Samaría; y tanto la apretaron que una cabeza
de asno valía ochenta siclos de plata, y un par de cebollas silvestres cinco
siclos de plata.

26 Pasaba el rey de Israel por la muralla cuando una mujer clamó a él
diciendo: «Sálvame, rey mi señor!»

27 Respondió: «Si Yahveh no te salva, ¿con qué puedo salvarte yo?

¿Con la era o con el lagar?»

28 Díjole el rey: «¿Qué te ocurre?» Ella respondió: «Esta mujer me
dijo: “Trae a tu hijo y lo comeremos hoy; y el mío lo comeremos mañana.”

29 Cocimos a mi hijo y nos lo comimos; al otro día le dije: “Trae tu
hijo y lo comeremos”, pero ella lo ha escondido.»

30 Cuando el rey oyó las palabras de la mujer desgarró sus vestidos;
como pasaba sobre la muralla, el pueblo vio que llevaba sayal a raíz de su
carne.